Días después seguíamos en aquel bar, yo no había salido en todos los días ni una sola vez. Tenía una habitación bastante grande, decorada con abalorios y joyas de procedencias piratas., pero me sentía sola y muy aburrida. De repente se escuchó un estruendo. Salí corriendo de mi habitación. Baje al piso principal y cual fue mi asombro cuando me encontré con la masacre más grande que había visto en mi vida. Muchos hombres y mujeres en el suelo muertos. Miré detenidamente a mí alrededor y oí una voz. Me giré y allí estaba, Anderson, un trozo de madera había atravesado su costado. -Nos han tendido una trampa, el volverá, huye- y tras su última palabra cerró los ojos.
Asustada y sin aliento salí corriendo del bar.
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